Desamparo
Cuando aún no se han apagado las voces de las personas que se sienten desamparadas por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo (TEDH) que ha declarado ilegal la aplicación con
carácter retroactivo de la Doctrina Parot, nos ha llegado la noticia dolorosa sobre la decisión del
juez único del Tribunal Europeo ante la querella presentada por el asesinato de nuestro hermano
Víctor Manuel acaecido en enero de 1975.
Son voces que dicen buscar dignidad, que dicen buscar verdad, justicia y reparación. Son voces que
dicen que casi treinta años en la cárcel suponen una burla a la justicia y una humillación para las
víctimas del terrorismo a las que dicen representar. Por el asesinato de nuestro hermano nadie ha
penado 30 años; ni tan siquiera uno. Para nuestro hermano no ha habido ni verdad, ni justicia ni
reparación: nadie ha declarado ante la justicia, ni ha habido ni condena ni absolución; ni el
asesino material –el cabo de la Guardia Civil Narciso San Juan del Rey-, ni los asesinos
intelectuales del Régimen, ni los colaboradores, ni las autoridades democráticas han dicho la
verdad; no ha habido ningún tipo de reparación.
Esas víctimas han descalificado la sentencia dictada por el TEDH; descalificación que, como nos
temíamos, ha incidido negativamente en el ánimo del juez único del Tribunal Europeo que ni tan
siquiera ha admitido a trámite la querella por desamparo interpuesta por nosotros, los hermanos de
Víctor, contra el Reino de España, aduciendo que no se cumplen los requisitos de admisibilidad
dispuestos en los artículos 34 y 35 del Convenio.
A pesar de las presiones de conocidos políticos y de algunas asociaciones de víctimas (AVs) que
gozan de la protección de todos los aparatos del estado, el TEDH sentenció a favor de la
irretroactividad de la Doctrina, lo cual provocó ese sentimiento de desamparo que manifiestan esas
asociaciones. Pero esa sentencia no ha puesto en peligro el estado de derecho español. Con nuestro
hermano no ha sido así. El TEDH no ha podido resistir la presión política y mediática mayoritaria
favorable a olvidar los crímenes del franquismo. No ha podido ahora, ni ha podido en otros casos.
Una sentencia sin justicia, sin entrar en el fondo, que si hubiera sido favorable habría creado
precedente, y habría puesto en jaque el sistema actual, obligando a construir un relato histórico
diferente pero creíble.
¿Qué decir sobre el sentimiento de desamparo? Nosotros, víctimas del terrorismo de estado, algunas
caídas en defensa de un modelo de convivencia social y democrático, basado en los derechos humanos,
llevamos clamando decenas de años en el desierto político y judicial español, demandándole dignidad
ante el abandono más absoluto al que nos han sometido.
Somos miles las víctimas de delitos de lesa humanidad, considerados como víctimas de segunda
categoría, como víctimas de abusos policiales, despreciados por la mayoría de los políticos
españoles y desamparados por los tribunales de justicia que, bajo el manto de la Ley de Amnistía
del 1977, protegen a responsables de crímenes horrendos. Miles, sí: unos enterrados en cunetas,
después de haber sido asesinados con un tiro en la nuca; otros, tiroteados por pertenecer al bando
republicano; otros asesinados por la espalda por pedir justicia, trabajo y libertad... Y los
responsables -los que apretaron el gatillo y los inductores-, libres.
Somos miles de víctimas que tenemos que luchar por el reconocimiento de nuestros derechos haciendo
frente en silencio a las reiteradas quejas de otras víctimas, que presionan a jueces y políticos de
los que es difícil obtener justicia reparadora, para que no
nos reconozcan como víctimas de terrorismo. Pensaran esas otras víctimas, acaso, que nuestro
hermano y otros miles y miles de asesinados no cayeron en defensa de la libertad y de los derechos
humanos? ¿Creerán que no fueron víctimas de un ataque sistemático de eliminación del contrario
político que duró más de 40 años? ¿Pensarán, por tanto, que no son merecedores del mismo nivel de
verdad justicia y reparación que reclaman para ellas?
¿Por qué el reconocimiento como acto de terrorismo de estado del asesinato de nuestro hermano y de
otros miles supone la legitimación de ETA y la humillación de algunas víctimas?
¿Qué quieren conseguir presionando hasta lo insoportable a la Justicia Española y al TEDH?
¿Dignidad solamente para unas víctimas? ¿Que también Estrasburgo se muestre sumiso y declare que en
el Estado Español ni ha habido terrorismo de estado, ni ha habido crímenes de lesa humanidad y así
continuar con la estrategia de menosprecio e invisibilización de las víctimas del franquismo? Eso
sería una indignidad, además de una humillación a esas víctimas y una burla de la justicia. Todo
eso nos provoca a nosotros un gran sentimiento de desamparo.
Las víctimas y familiares de víctimas de delitos de terrorismo de estado sin reconocer luchamos por
hacernos visibles, por no caer en el olvido y en la indiferencia a la que los poderes del Estado
Español trata de someternos, por nuestra dignidad, por la de nuestros familiares. Miles y miles de
víctimas que exigimos verdad, reconocimiento y reparación. Que exigimos JUSTICIA.
Es duro constatar que, contando con la fuerza de la razón de nuestra parte, los tribunales se van a
mostrar indiferentes. El TEDH se ha dejado intimidar otra vez, no ha podido superar las presiones y
no ha tratado con dignidad ni ha satisfecho la demanda de justicia de la mayoría de las víctimas
caídas en defensa de los derechos humanos en un periodo tan negro de nuestra historia. Otro delito
de lesa humanidad que continúa impune. Nos quedan la Justicia Argentina e incluso la Justicia
Universal. Seguimos en la lucha.
Mariefi, Fermín y María José Pérez Elexpe, hermanos de Víctor Manuel.
http://www.deia.com/2014/01/10/opinion/tribuna-abierta/desamparo
http://www.naiz.info/eu/hemeroteca/gara/editions/gara_2014-01-13-06-00/hemeroteca_articles/desamparo